domingo, 15 de abril de 2012

LA MONTAÑA DE LOS DIOSES: NEMRUT-TURQUIA




Visto en origenes
Uno de los más impresionantes sitios arqueológicos de Turquía está situado a más de dos mil metros de altura.

Cuando en 1881 el ingeniero alemán Charles Sester llegó al Altiplano Armenio (actual Turquía) para evaluar la construcción de nuevas rutas de comunicación para el Imperio Otomano, hacía muchos siglos que el santuario de Nemrut Dagi había caído en el olvido. Sólo la gente de los alrededores sabía de su existencia, así que fueron ellos los que hablaron al alemán de unas misteriosas estatuas descabezadas en la cima de aquella montaña perdida.
Terraza Este - Antíoco I, Heracles, águila y león | cabovolo

Después de la prematura muerte de Alejando Magno en el 323 a.C., sus generales y oficiales se repartieron su imperio. Fue un proceso que se alargaría más de 20 años durante los cuales los diádocos (como eran conocidos estos generales) se enfrentaron en 6 guerras. Durante este tiempo el imperio que había construido Alejandro perdió su cohesión y acabó fragmentando en 3 estados independientes que subsistirían hasta la aparición del poder romano en el siglo II.

Uno de ellos fue el fundado por Seleuco en el 312 a.C. y al que correspondió inicialmente el territorio de la antigua Babilonia. Seleuco, sin embargo, no tardaría mucho en emprender una agresiva campaña para ampliar sus dominios, ocupando inicialmente la Anatolia y el norte de Siria, y con el tiempo llegando a hacerse con el control de casi todos los territorios asiáticos conquistados por Alejandro. Sin embargo, el Imperio Seléucida abarcaba un territorio demasiado extenso y de difícil control, por lo que Seleuco se acabó viendo obligado a ceder sus territorios del Indo al Imperio de los Mauria.

Mientras, varios gobernadores seléucidas aprovechaban la debilidad del poder central  seléucida para proclamar de forma casi simultánea la independencia de sus respectivos territorios. El gobernador del territorio bactriano en el 245 a.C. fue el primero en independizarse. Poco después le seguiría el sátrapa de Partia que crearía el reino que con el tiempo se convertiría en el poderoso Imperio Parto.

El Imperio Seléucida pareció recobrar su esplendor pasado con la llegada al poder en el 223 a.C. de Antíoco III el Grande. Inicialmente, consiguió recuperar parte de los antiguos dominios sometiendo a varios de los antiguos reinos rebeldes, pero cometió el error de invadir Grecia y acabó siendo vencido por la nueva potencia del Mediterráneo, Roma. Como consecuencia de su derrota, se vio obligado a firmar un acuerdo de paz con Roma que le obligaba a hacer grandes concesiones territoriales y pagar una gran suma de dinero en concepto de indemnización. El imperio seléucida jamás volvería a ser lo que fue.



Camino de ascenso a Nemrut Dagi | cabovolo


Amanecer desde Nemrut Dagi | cabovolo

Después de la muerte de Antíoco III, las numerosas guerras civiles debilitaron la autoridad imperial y se produjo una nueva oleada de reinos que se declaraban independientes, uno de ellos el de Comagene, una provincia situada en la parte sudeste de la Anatolia, entre los Montes Tauro o y el curso medio del río Éufrates, cuyo sátrapaPtolomeo se auto-proclamó rey en el 163 a.C.

Comagene se convirtió en un reino rico gracias a la fertilidad de sus tierras agrícolas, las rutas comerciales que lo atravesaban y sus propios recursos mineros. Una muestra de esta riqueza son los monumentos que han llegado hasta nosotros y el gran número de celebraciones de las que se tiene constancia que se llevaban a cabo a lo largo y ancho del reino durante el año, así como el testimonio de algunos historiadores de la época como Tácito, que hace referencia a la riqueza de la familia real o las expectativas de botín que tuvieron los ejércitos romanos cuando consideraron su conquista.

Ptolomeo I fue sucedido en el trono por el rey Sames que, a su vez, lo sería por su hijo Mitrídates I que contraería matrimonio con la princesa greco-siria del vecino Imperio Seléucida, Laodice, como parte de un acuerdo de paz entre ambos reinos. A partir de este momento, el Reino de Comagene fue adoptando la cultura helenística y abandonando sus raíces persas.


Foto antigua de la terraza este, la diosa Comagene aún tenía la cabeza en su sitio | International Nemrut Foundation

Fruto de la unión entre Laodice y Mitrídates I, nació Antíoco I, el que sería el constructor del majestuoso santuario de Nemrut Dagi. De esta manera, Antíoco se vanagloriaba de tener una ascendencia de lo más selecta dentro del mundo helenista. Descendiente del primer rey greco-sirio, Seleuco I Nicátor, del primer faraón griego, Ptolomeo I, y de los reyes griegos, Lisímaco de Tracia y Antípatro de Macedonia. Todos ellos, generales en tiempos de Alejandro Magno. Todo esto sin renunciar a los orígenes persas de su padre que se remontaban a Dario I, el Rey de Reyes persa. Algunos historiadores, sin embargo, cuestionan estos grandiosos orígenes de la familia real de Comagene y ven bastante más probable que se tratara de una dinastía local helenizada.

Pero aún más diverso que los orígenes de Antíoco I, lo era su reino, dentro del cual, la población local de origen semítico convivía con la de origen persa, griego o macedonio. Esta convivencia, sin embargo, no estaba exenta de tensiones y conflictos. Antíoco I, consciente como era de ello, se embarcó en un programa religioso que proporcionara cohesión a su reino unificando las diferentes creencias de sus súbditos. Al mismo tiempo, aprovechó la ocasión para reforzar su autoridad, situándose él y su familia a la misma altura que los nuevos dioses, instaurando así un culto a la familia real.

Este proceso no fue exclusivo de Comagene. En otros reinos helenísticos también se combinó el culto de dioses locales con el de los tradicionales dioses griegos. En Egipto, por ejemplo, se crearon nuevas deidades, como Serapis, un intento de armonizar las creencias tradicionales locales con las helénicas, creando un dios que pudiera ser venerado tanto por griegos como egipcios. Tampoco fue Antíoco I el primero que se situó a la altura de los dioses. Otra vez en Egipto, siguiendo con la tradición de los faraones, Ptolomeo II proclamó a su padre como dios y se autoproclamó a sí mismo como dios viviente. En otros lugares, sin llegar a alcanzar el mismo grado de divinidad que los dioses tradicionales, las estatuas de algunos reyes que se habían destacado por sus logros o conquistas militares también se veneraban en templos de otras deidades.



Vista aérea de la cima de Nemrut Dagi

Esquema de las diferentes partes del santuario | Maurice Crijins


Como parte de su plan, Antíoco I construyó el santuario en la cima del Monte Nemrut, una de las más altas de su reino (2.134 metros), unlugar elevado y sagrado para estar lejos de los hombres y cerca de los dioses, el lugar ideal para la construcción de los “tronos de todos los dioses” sobre unos cimientos que jamás serían demolidos. El santuario estaría coronado por el que tenía que ser su túmulo funerario, de una altura de 50 metros y un diámetro de unos 150, cubierto por millones de pequeñas piedras calizas. Alrededor del túmulo, se excavaron en la roca 3 terrazas, sólo para la construcción de la situada al este fue necesario extraer unos 1.500 metros cúbicos de roca de la cima y así ganar el suficiente espacio. La... construcción del santuario supondría en cierta manera la decapitación de la montaña.

Los peregrinos debían ascender al santuario siguiendo un camino procesional que los llevaba hasta la terraza este, donde se encontraban con 5 estatuas de casi 9 metros de altura de varios dioses, flanqueadas por las de un par de águilas (mensajeros de los dioses) y leones (guardianes del lugar). Los dioses, que estaban sentados en tronos, eran de izquierda a derecha: Apolo-Mithra, la diosa de Comagene (una personificación local de la diosa griega Tyche, que regía la prosperidad y el destino de una comunidad, en este caso, Comagene), Zeus-Oromasdes (el padre de todos los dioses), el rey Antíoco I y Heracles-Artagnes-Ares. La estatua de Antíoco estaba situada como un dios más entre el resto, a su mismo nivel y de su misma altura.

Las estatuas de los dioses han llegado hasta nuestros días en muy buen estado de conservación, aunque, probablemente a causa de los terremotos, las cabezas y los cuerpos se encuentran separados, habiendo sido estas últimas colocadas a los pies de los cuerpos sentados. Contemplándolas hoy en día, se puede comprobar el origen dual de los dioses, con un atuendo y peinado persas, pero unas facciones griegas. La terraza se completa con una plataforma de piedra y que sería usada en durante las ceremonias como altar.

La terraza oeste es casi idéntica a la este, los mismos dioses siguiendo la misma distribución (conocida como hierotesion), aunque adaptada ligeramente al terreno. Las caras se encuentran mejor conservadas, pero los cuerpos se encuentran esparcidos por el suelo, aunque se está considerando la posibilidad de volverlos a colocar en su posición original.

Apolo y un águila – Terraza Este | cabovolo

Heracles – Terraza Este | cabovolo 


Antíoco I Terraza Este | cabovolo

Tanto en esta, como en la anterior terraza, en la parte posterior de los tronos de los dioses existen varias inscripciones en griego.  Es lo que se conoce como la “ley divina de Antíoco”, una ley “proclamada por mí, pero que proviene del poder de los dioses” y que Antíoco pretendía revelar al “pueblo de Comagene,  a los extranjeros, a los reyes y gobernantes, a los hombres libres y a los esclavos, a todos los que forman parte de la Humanidad y solo se diferencian por nacimiento o destino”. A modo de testamento, pide a “todas las futuras generaciones de hombres que posean esta tierra” que respeten esta “ley sagrada”.

Antíoco reconoce su más profunda convicción que “la piedad es no solo la posesión más importante que los hombres pueden obtener, sino que además es la que proporciona el gozo más profundo”. Por ello, cuando recibió el trono de su padre, anunció “piadosamente” que Comagene se convirtiera en la “morada común de todos los dioses” y decoró “las representaciones de sus formas, a la manera de los persas y los griegos”. Antíoco atribuye la buena fortuna que le acompañó durante toda su vida y que le permitió “escapar, contra toda expectativa, de los más grandes peligros, rico en años y felicidad” a su “santidad” a la que siempre consideró como el “más seguro guardián” de su reino.

Pero, aparte de mostrar su agradecimiento a los dioses y a sus gloriosos antepasados, se detallan las leyes y mandamientos del reino  y se describen las celebraciones que se llevaban a cabo en Nemrut anual y mensualmente.

En otra sección de la inscripción Antíoco I explica como construyó los cimientos de “esta tumba sagrada” para que fueran indestructibles y resistieran los estragos del tiempo y preservar así la “forma exterior de su persona”. Sin embargo, y aunque en varias ocasiones se han intentando excavar túneles en el interior del túmulo con la esperanza de encontrar la cámara mortuoria, muy probablemente los primeros en hacerlo fueron los romanos para intentar hacerse con sus riquezas, y más recientemente los arqueólogos; no se ha podido dar con ella. Algunos creen que lo más probable es que, al tratarse de una cima rocosa, la cámara fuese excavada en la roca y después cubierta con las piedras del túmulo.

De la terraza oeste también se ha conservado una serie de losas de piedra en las que se puede ver a Antíoco dando la mano a los diosesApolo, Zeus y Heracles. En otra losa, la conocida como el “horóscopo del rey”, aparece un león con la alineación de varias constelaciones con Júpiter, Mercurio y Marte. Según unos, indicaría la fecha del 10 de julio de 62-61 a.C., día en que Antíoco fue envestido como rey por los romanos. Según otras fuentes, sería la fecha de comienzo de construcción del santuario.

Antíoco I estrechando la mano de Heracles, lápida en la vecina ciudad de Arsameia | cabovolo

La terraza norte, que comunicaba las dos anteriores, carecía de estatuas colosales, aunque contaba con un gran friso escultórico, del que hoy en día sólo se conservan unas cuantas losas en las que se muestran los antepasados persas y macedonios del rey Antíoco I.


El santuario de Nemrut era utilizado en algunas de las muchas ceremonias religiosas que se llevaban a cabo durante el año en Comagene o banquetes en honor de personajes ilustres del reino ya fallecidos. Las dos celebraciones más señaladas eran el 10 del mes de Audnaios(luna de diciembre) del calendario macedonio y el 16 de Loos (luna de julio). El día de la coronación de Antíoco I y el del “nacimiento de su cuerpo natural”. Estos dos festivales se celebraban de forma anual, cuando durante dos días se paraba toda la actividad en reino, pero también se repetían cada mes.

Durante estas ceremonias, los sacerdotes, vestidos al modo persa, adornaban con coronas de oro las cabezas de los dioses, ofrecíansacrificios (no especificados) en los altares situados a sus pies y les realizaban ofrendas de incienso e hierbas aromáticas. Además, alentaban a los súbditos a estar alegres y disfrutar del vino y la comida mientras escuchaban la música sagrada que tocaban los músicos del templo, puesto que no eran sólo celebraciones en honor de la grandeza de Antíoco, sino también de la propia buena fortuna de cada uno de los que participaban.

En el plano político, a Antíoco I le tocó lidiar con la expansión de Roma por Asia Menor hasta llegar a las puertas de su reino. Aunque hábilmente consiguió alcanzar un acuerdo de paz con el general Pompeyo y, unos años más tarde, el senado romano le concedería la toga praetexta, una distinción reservada únicamente a los más fieles aliados y amigos de Roma. Comagene se convirtió así como el único estado de Asia Menor que consiguió sobrevivir, pero encajonado entre dos poderosos enemigos: Roma y el Imperio Parto.

Antíoco I no se diferenció demasiado de los que le antecedieron en el trono. Comagene nunca fue un reino poderoso y fue únicamente acomodándose a las potencias que lo rodeaban y al ejercicio de una hábil diplomacia como consiguió mantener su independencia. Si bien, en tiempos de Antíoco I esta era cada vez más reducida, hasta el punto que historiador Michael Alexander Speidel, cree que a partir de la alianza con Roma, se puede considerar Comagene dentro de las fronteras del imperio romano, reservándose Roma la potestad para intervenir en los asuntos internos del reino así como de elegir quien debía de ocupar el trono.

Terraza Oeste | cabovolo

Inscripciones en la parte posterior de los tronos de la terraza oeste | cabovolo

Apolo y Comagene – Terraza Oeste | cabovolo

Zeus  – Terraza Oeste | cabovolo

En su calidad de “más leal aliado de Roma”, Antíoco era el encargado de la protección y vigilancia de la frontera de la provincia romana de Siria. De esta manera, Antíoco I fue el primero en informar a Cicerón de que los partos habían comenzado a cruzar el Éufrates. Antíoco también tomó parte en los conflictos internos de Roma, como la guerra civil que enfrentó a Julio César y Pompeyo, en la que proporcionó tropas a este último.

Sin embargo, una vez los partos fueron derrotados por Marco Antonio en el 38 a.C., los romanos cambiaron de postura hacía el reino de Comagene y pasaron ambicionar sus tesoros. Marco Antonio ordenó poner cerco a Samosata, la capital de Comagene. No queda muy claro que ocurrió, pero al final Antíoco pudo evitar la invasión y llegó a un acuerdo de paz con Roma.

Antíoco I fue sucedido en el trono por su hijo Mitrídates II, que, a su vez, lo sería por su hijo Antíoco III. Antítoco III fue capaz de mantener la frágil independencia de Comagene ante Roma, pero a su muerte el emperador Tiberio anexionó el reino a la provincia romana de Siria, probablemente porque no veía ningún sucesor capaz de mantener la unión y la estabilidad de Comagene. Fue una decisión temporal y en el 39 d.C. el emperador Calígula reinstauró el reino colocando al hijo de Antíoco III, Antíoco IV, en el trono. Una decisión que en el fondo no dejaba de ser un mero cambio administrativo, ya que, a pesar a ser reino, Comagene era un mero títere de Roma.

Esta situación se prolongaría hasta el año 72 d.C. cuando el emperador Vespasiano, en medio de sospechas de una posible alianza de Comagene con el Imperio Parto, creyó que no podía seguir confiando en los monarcas de Comagene para controlar el estratégico paso del Éufrates en Samosata e invadió el reino. Antíoco IV fue derrotado y huyó, siendo finalmente recibido con honores por Vespasiano en Roma, donde llevó una vida bastante glamurosa gracias a una generosa asignación monetaria del emperador. Comagene, finalmente, acabóanexionado a la provincia de Siria. Es probable que el santuario de Nemrut fuese saqueado por los romanos y el ejército de Comagene pasara a integrarse en las legiones romanas.

No queda claro si con la pérdida de la independencia de Comagene se puso fin al culto a su familia real o este ya se había abandonado unos años antes, aunque es cierto que los descendientes de Antíoco I continuaron con la tradición de ser enterrados en las proximidades de Nemrut. En cualquier caso, de poco serviría que Antíoco I hubiera dispuesto que los sacerdotes e hieródulos de Nemrut estuvieran libres de cualquier otra obligación para poder dedicar sus vidas a perpetuar los rituales. Un honor que tenía que pasar a sus hijos y después a los hijos de sus hijos y así sucesivamente, de manera que los rituales se continuaran celebrando eternamente.

Antíoco I y su familia acabaron cayendo en el olvido y, años después, cuando la población cristiana ocupó la región atribuyeron la construcción del santuario al legendario Nemrod, el tirano al que la tradición atribuye la construcción de la Torre de Babel, al que creyeron reconocer en alguna de las estatuas y de quien acabó tomando prestado el nombre el monte.

Sería Charles Sester en 1881 el que rescataría del olvido a Nemrut. En aquel tiempo la zona debía tener un aspecto muy diferente al que tiene ahora, pues, según el testimonio de otro alemán que visitó la zona hace unos 100 años, era un auténtico vergel con árboles que cubrían sus laderas y valles.

Después del descubrimiento de Sester, las ruinas fueron excavadas por arqueólogos alemanes y más tarde por el experto en arte turco,Hamdi Bey. Sin embargo, y pese a su espectacularidad, no fueron todo los estudiadas como debían al no despertar el suficiente interés entre los arqueólogos. Los clásicos porque las encontraban demasiado orientales y los interesados en arte oriental porque las encontraban demasiado clásicas.

Terraza Este | cabovolo

La situación cambiaría con la aparición en escena de Theresa Goell, una mujer de Nueva York que había estudiado arte durante 4 años en la Universidad de Cambridge y unos años más tarde había ampliado sus estudios en arte europeo y prehistórico en la Universidad de Columbia. Fue entonces cuando uno de sus profesores le sugirió que investigara sobre el santuario de Nemrut, aprovechando esa falta de interés que había propiciado que hubiera sido poco estudiado. Theresa conseguiría visitar por primera vez el Monte Nemrut en 1947, al que volvería en 1951. Theresa quedó tan fascinada que no le importó dejar su anterior vida en Nueva York, dejando allí a su marido e hijo y marchar en 1953 a Turquía para comenzar las excavaciones con el apoyo, entre otros, de la National Geographic Society.

Theresa se convertiría junto al arqueólogo alemán Friedrich Karl Dorner en uno de los máximos estudiosos del reino de Comagene. Además de Nemrut, realizarían excavaciones en la vecina ciudad de Arsameia y en otras ciudades del reino, rescataron así del olvido a Antíoco y a su desconocido reino, de manera que los peregrinos, ahora en forma de devotos turistas, volvieron a peregrinar a su santuario.

PS(i): Las fotos son del pasado 2 de septiembre, que tuve la suerte de poder visitar el Monte Nemrut, una excursión que recomiendo antes de que las trasladen a un museo, que, por otra parte, quizás sea lo mejor para su conservación. Más fotos en panoramio.

PS(ii): El Imperio seléucida desapareció más de un siglo antes que Comagene. Aunque muy disminuido en territorios y poder, consiguió sobrevivir hasta el 63 a.C., en parte porque ninguno de sus vecinos estaban interesados en hacerse con él, pues les resultaba más útil como estado tapón entre todos ellos que como parte de sus territorios, pero ese año el general Pompeyo cansado de la inestabilidad que suponía para la región las interminables guerras civiles seléucidas lo acabó incorporando a la provincia de Siria.

Enlace permanente a Los olvidados dioses del Monte Nemrut



Se trata del hierotheseion o santuario funerario de Antioco I de Commagene, construido en la misma cumbre del monte Nemrud (Nemrut Dagi), a 2.150 m sobre el nivel del mar, en la zona sudeste de la península anatólica. El ascenso y descenso de la escarpada montaña dura a pie una larga jornada, pero la extraordinaria belleza de las esculturas monumentales que se pueden ver en su cima, así como el esplendor del panorama que se divisa a su alrededor, compensan de todas las fatigas.
El santuario funerario de Antioco en el monte Nemrut fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987.



Hierotheseion o santuario funerario de Antioco I de Commagene. Terraza Oeste. Cabezas de los colosos.



Cabeza de Hércules-Artagnes-Ares y, detrás, cabeza de Antioco I.



Terraza Oeste. Cabezas colosales de águila, Apolo y Tyché.



Detalle del perfil de la cabeza colosal de Tyché (Diosa de la Fortuna).


Emplazamiento

Las tierras entre las montañas Taurus y el Eufrates eran llamadas Commagene en tiempos de griegos y romanos. Abarcan hoy día los departamentos de Adyaman, Maras y Gaziantep, en el Kurdistán turco. Commagene fue convertido en un reino independiente a principios del siglo I a C por Mitridates I Kallinikos durante las guerras civiles que acabaron con la dinastía seléucida.


Breve historia

Antioco I Epiphanes (62-32 a C) es el rey más célebre de Commagene, bajo cuyo reinado el país llegó a su apogeo. Hijo de Mitridates I, el rey Antioco fue sucedido por Mitridates II. Antioco se proclamó descendiente por parte de padre de Dario I (522-486 a C); y a través de su madre, Laodicea, de Alejandro Magno, uniendo así las ramas persas y seléucida-macedonias. La dinastía commagena duró hasta el 72 d C, cuando la región fue incorporada a la provincia romana de Siria por el emperador Vespasiano.





Perfil de la cabeza de Apolo-Mitra-Hermes-Helios.



Detalle de perfil de la cabeza colosal de Apolo-Mitra-Hermes-Helios.



Cabeza colosal de Apolo-Mitra-Hermes-Helios, con ortostatos al fondo.



Cabeza colosal de Apolo-Mitra-Hermes-Helios.



Cabezas colosales de Zeus (primer término) y Hércules.



Perfil de la cabeza colosal de Zeus-Oromasdes.



Detalle de la cabeza de Zeus-Oromasdes.



Cabeza colosal del rey Antioco I de Commagene.

El hierotheseion o santuario funerario de Antioco I de Commagene

Los reyes de Commagene, como los reyes de Persia, de Macedonia y la mayoría de los reyes del periodo helenístico, considerándose como dioses, quisieron que se les adorara y les fueran hechos sacrificios de holocaustos. Por ello, Mitridates I, junto con su hijo Antioco I, construyeron un santuario funerario en la cima del Nemrut, un monte parcialmente aislado entre las montañas Ankar. Elevaron sobre este sitio sagrado sus propias efigies escultóricas, emplazándolas entre las de los dioses, y ordenaron que su aniversario fuera celebrado cada mes y cada año. Los días de fiesta un gran sacerdote hacía sacrificios de animales, ofrecidos a los dioses y a ellos mismos.
Por encima del santuario y sobre la misma cumbre de la montaña se alza un gran túmulo, consistente en un amontonamiento de piedras irregulares del tamaño de un puño, que mide 150 m de diámetro y 50 m de altura. Es muy probable, como afirma Theresa Goell, que los huesos o cenizas de Antioco I de Commagene estén conservados en una cámara tallada en la roca y cubierta por el túmulo.
El túmulo está limitado al Este, Oeste y Norte por tres patios aterrazados, tallados en la roca viva.
En la terraza Este se elevan estatuas colosales frente a las cuales se ve el altar del fuego. Las estatuas que se encuentran sobre el podio se han conservado hasta nuestros días relativamente bien (foto17). Nueve esculturas sedentes de 8-10 m de alto son protegidas por leones y águilas, simbolizando la fuerza y la vigilancia.
En Commagene los usos y costumbres hititas, persas y helenísticos se entremezclan de una forma extraordinaria y los dioses representan varias divinidades a la vez, siguiendo los principios del sincretismo. De esta forma, los macedonios, de Alejandro en adelante, trataron de unir a los griegos, persas y otros pueblos de Oriente Próximo, identificando sus varias divinidades con un tipo común.


Disposición

La disposición espacial de las filas de estatuas, en número de nueve en la terraza Este y otras nueve en la Oeste, de izquierda a derecha, es la siguiente:

1. León
2. Águila (foto03)
3. Apolo-Mitra-Helios-Hermes (foto05)
4. Tyché o la diosa de la Fertilidad de Commagene (foto04)
5. Zeus-Oromasdes, el Ahuramazda de los persas (foto10)
6. Antioco (foto12)
7. Hércules-Artagnes-Ares (foto14)
8. Águila
9. León

Las cabezas de todas las estatuas se han desplomado y pueden observarse yaciendo por tierra en la misma secuencia (foto01). Son ejemplos sumamente bellos del estilo helenístico idealizado tardío, mostrando hermosos rostros de nobles rasgos. Ciertas cabezas de dioses llevan la tiara y diadema persas, mientras que sobre la cabeza de la diosa Fortuna se ve una corona de frutas. Las inscripciones indicando los detalles de las ceremonias se encuentran en la terraza Este. Llevan instrucciones sobre los días de aniversario de los reyes y sobre las leyes:

"Mi aniversario será celebrado cada mes y cada año y será un día de fiesta. Durante estos días, el gran sacerdote vestido como un persa según el derecho que le ha sido generosamente conferido por mi voluntad y por la ley pondrá en nombre de los dioses y de mi nombre, coronas en o sobre las estatuas, sobre las de mis dioses y de mis antepasados.
Quemará incienso en abundancia para cada uno de nosotros, ofrecerá holocaustos y abastecerá las mesas sagradas con los manjares más deliciosos y los mejores vinos. Mi pueblo se juntará a esta mesa, comerá en abundancia y hará fiesta."




Perfiles de las cabezas colosales de Hércules (en primer término) y Apolo.



Detalle de perfil de la cabeza colosal de Hércules-Artagnes-Ares.



Detalle de la cabeza colosal de Hércules-Artagnes-Ares.



Ortostato de León-horóscopo (con la fecha de 7 julio 62 ó 61 a de C), águila y león.



Terraza Este. Estatuas colosales decapitadas de Apolo, Tyché, Zeus, Antioco I y Hércules.



Terraza Este. Estatuas colosales decapitadas y cabezas de Apolo, Tyché, Zeus, Antioco y Hércules.



Terraza Este. Cabezas de Antioco, Hércules, león y águila.

Ortostatos

Las terrazas están delimitadas por muros bajos formados por ortostatos (losas verticales de piedra) con bajorrelieves (foto21), levantándose sobre una base larga y angosta. En ellos Antioco estrecha las manos de varias deidades (foto22); el relieve del león, según el profesor Otto Neugebauer de Brown University, muestra signos astronómicos (foto16), Diecinueve estrellas que pueden verse en el fondo del relieve y en el cuerpo del león, una luna creciente en su pecho y la conjunción de tres planetas correspondientes a las palabras griegas para Júpiter, Mercurio y Marte, pueden ser interpretadas como la fecha 7 de julio del 62 ó 61 a C. Ocurre que es la fecha en que Antioco fue entronizado por el general romano Pompeyo.
La terraza Norte tiene la forma de una vía ceremonial de 80 m. de largo y 3 m. de alto. Justo en el medio del muro de la terraza se halla una puerta, que antaño estaba guardada por una gigantesca estatua de águila.
El hierotheseion o santuario funerario de Antioco I de Commagene fue descubierto por el mariscal alemán von Moltke y estudiado a continuación por hombres de ciencia. En 1953, la profesora Theresa Goell acometió las excavaciones a cargo de la American School of Oriental Research, New Haven, Connecticut. Seguidamente, el profesor F. K. Dörner, en nombre de la universidad alemana de Münster, se encargó de las excavaciones en la ciudad de Arsameia.



Terraza Este. Estatuas colosales decapitadas y cabeza de Zeus.



Ortostato con personaje tocado con gorro frigio.



Detalle del ortostato del rey Antioco I dando la mano a Apolo-Mitra.



Arsameia en el Nymphaios. Detalle de la estela de 3,43 m de alto con el rey Mitridates dando la mano a Hércules.



Arsameia en el Nymphaios. Detalle de la estela de 3,43 m con altorrelieve de Hércules dando la mano a Mitridates.

ARSAMEIA EN EL NYMPHAIOS

Esta ciudad fue descubierta por el profesor Friedrich Karl Dörner, de la Universidad de Münster, durante sus excavaciones sistemáticas en conexión con el proyecto Commagene. En 1951 encontró una inscripción monumental tallada en la roca del flanco sur de Eski Kale (Castillo Viejo) cerca de Eski Katha (en Adyaman), a orillas del río Nymphaios (el actual Kahta Çay) y al pie del monte Nemrut. La inscripción dice:

"el Gran Rey Antioco, Dios, el Recto, Epiphanes, el Romanófilo y Helenófilo, hijo del Rey Mitridates Kallinikos y de la Reina Laodicea, hija de Antioco Epiphanes."

Y añade que este sitio fue escogido por su padre como su Hierotheseion o lugar sagrado de último reposo. El rey Antioco Epiphanes, padre de Laodicea, mencionado en la inscripción, es Antioco VIII Philometor, uno de los últimos reyes de la dinastía seléucida, que fue asesinado en el 96 a C. La inscripción también revela que Arsameia en el Nymphaios fue fundada por Arsames, un antepasado de Antioco, y que más tarde la ciudad tuvo murallas fortificadas y albergó palacios y otros edificios. Sobre la ciudadela llamada Yenikale, en el pueblo de Eski Katha, en un emplazamiento elevado, se encontraba el palacio real. A 10 km al sudoeste se halla otro túmulo, donde se inhumaron a las mujeres de palacio. En este lugar se han desenterrado tres columnas sosteniendo estatuas de león, toro y águila.
Entre los descubrimientos más importantes de Arsameia está un altorrelieve de 3,43 m de alto (foto23), ahora relevantado en su emplazamiento original, sobre la inscripción monumental antes citada.
Mitad en iconografía parta y mitad en griega, pero enteramente griego en estilo, ha sido estudiado por John Howard Young. Muestra a Mitridates Kallinikos dando la mano a Hércules (foto24), quien en Commagene también representa a Ares y al dios persa Artagnes. El relieve debió ser tallado durante el reinado de Antioco I, hacia el 50 a C.



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